en amsterdam

Parece que voy por buen camino, siempre he desado un modo de vida como la del escritor.. viajando de aquí para allá sin necesidad de enraizarse para poder desempeñar su trabajo. Recibiendo encargos con fecha de cumplimiento pero sin horarios ni necesidad de presentarse en la oficina todos los días. Ahora viajo a Holanda, la misión es seguir desarrollando mi trabajo sin que mi no-presencia se note en mi productividad.

miércoles, julio 13, 2005

El centro comercial.

Aquí no hay cines, ni espectáculo de teatro para los más pequeños, ni bolera, ni chicas en patines dándote muestras gratuitas de nuevos productos.

La fachada da la sensación del escenario de una escena de acción protagonizada por Terminator y uno de sus enemigos. Pero parece que las puertas automáticas funcionan, y hay gente dentro, así que parece que está abierto.

Necesito comprar cosas para tener en casa, para poder comer algo y para poder limpiar la cocina y también mi culo. Incluso necesito una toalla que todavía no me he podido duchar.

Montones de tiendas a los lados del pasillo, igualito que un gran centro comercial de las afueras de Madrid, sólo que con productos de saldo y con un gusto especial para la pintura y los carteles, casi todos escritos a mano. Se vende fruta y pescado, carne y comida oriental, huevos y cosméticos, muebles de mimbre y toallas.. Al final hay un supermercado.



Vale, parece que no es muy diferente a uno español, sólo que no hay ningún producto español y todas las etiquetas son en holandés. Instintivamente compro lo básico, tengo una lista pero como siempre sólo me acuerdo de ella al salir para darme cuenta que se me ha olvidado el papel de culo. 25euros + 20céntimos por bolsa, serán de seda dirás, pues no.. son de plástico.

Me encanta este cantro comercial, voy a tomar un café y un bocadillo de estos holandeses lleno de vegetales y con unas tiras de jamon de york, asqueroso pero gratificante, me vuelvo loco para pedir en inglés y mientras pago llega una chica y empieza a bromear con la dependienta en castellano, aquí son todos latinoamericanos como no me he dado cuenta antes: esos bigotes, ese bar de salsa, esos culos prominentes. Parece que le caigo bien a la dependienta, me dice que yo le había parecido polaco o algo así, por mi inglés (envidia, envidia :)). "-No, de Logroño" le digo "-Residente en Madrid", ya la tengo pillada, su familia vive en Vallekas. Dice que se siente más como en casa en España que aquí.

Vuelvo con 15 kilos de comida en la mano, y cómo no, me pierdo un par de veces. Debía parecer bastante despistado pues una señora, con los rulos de pelo todavía puestos, sale de su casa para intentar ayudarme y lo hace.